1.-Hábleme un
poco sobre su nuevo poemario, ¿qué le inspiró a crearlo?
Breves
apuntes sobre el arte de mantener el equilibrio es el título. Saldrá a lo largo
del 2015 a través de un acuerdo con la editorial Amargord, uno de los
principales sellos en cuanto a poesía se refiere. El amor y su falta, el
desamor, hace que a veces nos convirtamos en equilibristas, personas caminando sobre
el alambre al borde del precipicio, a punto de la caída. El poemario repasa
tres etapas del desamor: la caída, donde se cuece la más absoluta oscuridad. La
resurrección, una salida a la superficie a base de vida intensa, es la parte
más erótica, pero a veces ese erotismo es un erotismo vengativo, carente de
amor, desengañado… Y la tercera y última que es la fase de asumir por fin las
circunstancias y seguir adelante pese a que el dolor siga estando ahí. El
desamor es un tema tan universal que estamos rodeados. Por lo tanto me he
nutrido, no tanto de mi propia experiencia, como de lo que he podido ver o
escuchar, experiencia propia o ajena, pero siempre experiencia.
2.- ¿Cuál es su relación con sus personajes? ¿Se mete en su piel o nacen de
usted?
Depende. Hay personajes que nacen de uno mismo, de los propios sueños,
deseos e insatisfacciones propios. Hay otros que surgen de alguna persona
peculiar que hayas conocido y hay otros, que nacen de la pura invención, porque
son un totum revolutum, una amalgama de virtudes y defectos de varias personas
que te van encontrando. Pero siempre, sea como sea, debes entrar en su piel. Un
escritor cuando crea es como un niño cuando juega, si no cree que lo que está
pasando es real, si no lo siente, algo está fallando.
3.-¿Cuál es el elemento desencadenante de un libro?
A veces una situación, un sentimiento, una denuncia… Pero sobretodo, algo
que vivas, sientas o pienses con tal intensidad que no puedas evitar dar tu
propio punto de vista, tu propia forma de contarlo.
4.- ¿Alguna vez ha recibido una interpretación
inverosímil de sus obras?
Sí. Una vez me dijeron que mis textos surgían de mi propia visión
desencantada de la vida. Nada que ver con la realidad. Quizás sean ocasiones
puntuales, pero me considero alguien completamente feliz con sus momentos
buenos y también con los malos. Para nada existe en mí esa visión. También
cuando publiqué mi novela, El viaje del héroe, en ella hablaba de la relación
liberal de una pareja que admite relaciones con terceros. Muchos de los
lectores creían ver en mí al protagonista y me preguntaban cómo era eso de
llevar una relación liberal. El lector, por deformación, siempre intenta ver al
escritor en el protagonista.
5.- Hábleme del espíritu de nostalgia casi permanente en
sus relatos y poemas.
Es verdad que reivindico el poder de la nostalgia. Soy dueño de un pasado
feliz, me gusta saberlo y me gustaría que cada uno de nosotros viese en la
nostalgia algo positivo. Fui feliz, ¿por qué no podría serlo ahora o volver a
serlo? Es la prueba más fehaciente de que la felicidad existe, que una vez la
tuvimos, y si la tuvimos por qué no volver a tenerla. No pretendo mostrar la
nostalgia como un elemento que implore al pasado que vuelva, sino como una
forma de ser conscientes de que a veces no nos damos cuenta de que somos
felices. Revisar el pasado es ver lo feliz que volvía ese niño del colegio
agarrado de la mano de su madre.
6.- Paco, ¿tiene
manías en su proceso creativo? ¿Cómo lo desarrolla?
Seguramente mi proceso creativo esté lleno de manías, como el de todos.
Muchas veces depende de lo que esté escribiendo. Si es un texto narrativo con
un desarrollo importante, necesito sobretodo silencio, pero eso sólo lo
encuentro a altas horas de la noche. Cuando se trata de un relato corto o un
poema, el primer esbozo es más salvaje. Escribir el desencadenante, ya sea una
palabra, una frase, un sentimiento o una situación, y a partir de él comenzar a
trabajarlo. Si escribo en papel, siempre debe ser en alguna de mis libretas
Paperblanks, las colecciono de todos los tamaños.
7.- ¿Qué piensa sobre el papel? ¿Muerte o
resurrección?
Ni muerte ni resurrección. Convivencia con lo digital. No podemos negarnos
al progreso. La digitalización otorga muchísimas ventajas, como poder viajar
con toda una biblioteca a cuestas sin que te pese. O que para consultar un
libro en una biblioteca no tengas que esperar que alguien lo devuelva y lo
pueda descargar todo aquel que lo desee. Pero el papel, además del halo
romántico que tiene para los amantes de la lectura, también condiciona el
proceso creativo del escritor. La belleza de los primeros bocetos que se
conservan de las grandes obras con sus tachones y notas, con la letra original
caligrafiada del escritor… Eso es algo único que no debe perderse.
8.- ¿Cómo se inicia el amor por la literatura? ¿Y mantenerlo?
Como cualquier amor. Un día de repente te encuentras frente a él y te
sientes vencido, vulnerable. En mi caso fue un libro, en el momento oportuno,
con el que me sentí muy identificado, Nunca seremos
estrellas del rock. Ventura,
su protagonista, era un muchacho como yo, con mi edad, mis greñas y mi forma de
ver el mundo a través de la música. A día de hoy aún pienso que ese libro es mi
vida, no es que lo identifique conmigo, es que es mi propia vida. Ventura
siempre fui yo mismo. Pero por mucho que pasen los años y uno evolucione como
persona y como lector, la literatura siempre te sorprende, se sigue adentrando
en tu vida arrasando los cimientos, se convierte en una forma de vivir la vida
de una manera más plena y más intensa, de sentirlo todo con mucha más fuerza y
a través de ella conseguimos comprender e interpretar nuestra propia vida.
Tiene la capacidad de hacer felices a las personas, yo lo he visto en mis
alumnos, y también es capaz de salvar la vida, también, lo he sentido en mis
carnes. Mantener el amor por ella es fácil, sólo hay que dejarse llevar, no
supone ningún esfuerzo, sólo algo de tiempo.
9.- ¿Cómo fue su transición de lector a escritor?
Cuando leí Cien años de soledad sentí tanto, lo viví tan
intensamente, que empecé a pensar que ojalá yo algún día hiciese sentir a
alguien la mitad de lo que ese libro me había hecho sentir a mí. Al principio
escribía sólo para mí, pero eso duró poco. Con la llegada de Internet y de los
blogs, colgar un texto y que el minuto te puedan leer desde cualquier parte
hace entender la literatura como lo que es, un proceso comunicativo en el que
uno busca siempre la otra parte. Por tanto, que mis textos empezasen a ser
leídos y valorados por desconocidos fue un empujón de confianza. Pero todo el
tránsito se desarrolló gracias a la lectura.
10.-¿Qué hay que hacer para ser escritor? ¿Se nace o se hace?
Amar la literatura por encima de todas las
cosas, respetarla y formarse adecuadamente a lo largo de mucho tiempo y muchas
y bien escogidas lecturas. En cuanto a lo de nacer o hacerse… Yo no creo en los
talentos innatos. Todas las personas nacemos, a priori, con las mismas
capacidades, pero poco a poco, incluso desde el propio embarazo, vamos
tendiendo, predisponiéndonos hacia un lado o hacia otro a través de las
experiencias tempranas. Me refiero a que tu abuela te cuente historias puede
ser un buen acicate para llegar a amar la literatura o, en un momento dado,
querer contarlas tú. Lo único que nos diferencia es que siempre estamos
pendientes de encontrar una historia, somos cazadores de historias y aprendemos
a mirar el mundo con eso que llaman “ojos de escritor”, porque en el momento
más inoportuno, en el sitio más inesperado, puede aparecer algo digno de ser
contado. Así que respondiendo a la pregunta, hay que tener una cierta
predisposición, pero también hay que hacerse, trabajar mucho, leer mucho, como te
decía antes, conocer las técnicas, los procedimientos, y echarle muchas horas a
la corrección de los primeros bocetos que lanzamos.
11.- ¿Qué consejos le daría a alguien que quiere ser escritor, o
escritora?
Que lea mucho y, sobretodo, que viva mucho.
La literatura se nutre de la vida, parte de experiencias propias o ajenas, pero
hay que vivir para tenerlas. Y que no tenga prisa, el trabajo diario siempre da
sus frutos.
12.- ¿Qué le parece la nueva generación de poetas? ¿Y la
que se está creando por Twitter?
Hay una nueva generación de poetas que ya han conseguido cierto peso
y son francamente buenos y atesoran ya algunos premios: Raquel Lanseros, Elena
Medel, Luna Monelle, Charo Troncoso, Blanca Flores… que unidos a los grandes de
la poesía de este país, como Carlos Marzal, Luis García Montero, Felipe Benítez
Reyes, Juan José Téllez, Ana Rossetti… hacen que la poesía española se
encuentre en un momento fantástico. Últimamente, gracias a Twitter y a algunos
movimientos poéticos que están surgiendo, sobretodo, de cantautores que ya
tienen su público y se abren a la poesía acercándola a sus seguidores, están
haciendo crecer un interés en los jóvenes que es francamente bueno e
interesante. Pero falta formación, faltan lecturas, gente que empieza a
escribir sin conocer a García Montero, por ejemplo, por no hablarte de los
clásicos, gente cuya escasa formación les hace pensar que el verso libre
simplemente es “prosa hacia abajo”, como dice Rafael Duarte, y no saben que el
verso libre también tiene sus reglas, sus procedimientos y su técnica. En algún
sentido, la búsqueda de engordar la lista de seguidores en Twitter hace que la
calidad poética se desvirtúe porque por ausencia de la misma se atrae a esos
seguidores a través de imágenes o poemas sugerentes que tienen un alto
contenido estimulante pero un nivel literario escasamente bajo. Hay que amar la
poesía, pero también saber respetarla y no empezar a conducir el coche hasta no
habernos hecho con los mandos.
13.-¿Qué piensa sobre el género erótico que tantos lectores está generando?
El género erótico ha existido siempre. Puede que ahora esté en un momento más mediático. El marketing se encargó de que 50 sombras de Grey se convirtiera en un éxito, pero también de que se dijeran muchas mentiras sobre él. Recuerdo que en una de las publicidades se decía “Por fin una novela erótica escrita desde el punto de vista femenino”. Eso es una falacia, el 80% de la literatura erótica de la historia está escrita por mujeres. Y, como decía, siempre ha estado ahí, desde el Ars Amandi de Ovidio, hace más de 2000 años y los poemas de Safo de Lesbos en el siglo VI antes de Cristo, El Kamasutra, mismamente. El erotismo en sus dosis correctas, dosificado y sin abusar de él, no sólo es correcto sino necesario. Lo erótico es parte de la vida. Es imposible contar la historia de una pareja sin reflejar sus momentos eróticos, nos dan mucha información sobre ella y, por tanto, es vital que aparezcan en una historia. La forma de entender el sexo, o lo erótico, es también una forma de entender la vida.